jueves, 18 de febrero de 2021

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Mundo Obrero

50º ANIVERSARIO DEL CHOCONAZO

El choconazo y las enseñanzas que dejaron la lucha de los obreros

Varios años de dictadura exacerbaron notablemente la explotación económica y la opresión política de las masas populares y fueron determinando la aparición de la lucha antidictatorial en las calles, en las fábricas, en las universidades. Todo se expresó en “los Azos del 69”: Rosariazo-Cordobazo-Rosariazo. Lo acontecido en el Choconazo se enmarca en ese contexto.

Domingo 15 de marzo de 2020 | 12:01

Una de las primeras conclusiones a señalar es que la solidaridad a nivel nacional no llegó en la medida necesaria; el conflicto de El Chocón se quedo huérfano del apoyo que estaba necesitando. Se sumó a ello que la mayoría de los obreros eran de otras provincias y el sostén de sus familias estaba demasiado lejos. La dictadura, la burocracia sindical y la empresa apostaron al desgaste y al aislamiento. En los primeros días de marzo algunos obreros habían empezado a retirarse.

A partir de entonces y poco a poco, la obra volvió a ponerse en movimiento. Pero, para sorpresa de los directivos de Impregilo Sollazzo S.A. no todos volvieron con la cabeza gacha a sus trabajos. Alrededor de 1800 obreros no aceptaron reingresar en las condiciones que imponía la empresa.

Lo destacable fue la auto organización de los trabajadores, resolviéndose todos los problemas en asambleas masivas, la forma de doble poder en el campamento de los obreros. Como sostuvo uno de los participantes “La organización se hizo en base a la solidaridad, siendo este un elemento muy importante para la prolongación de la huelga. Al quedar aislados en medio del desierto, el riesgo para los huelguistas era que se agotaron los víveres. Desde Neuquén partían caravanas que caminaban cientos de kilómetros para proveer a los obreros de lo necesario”.

Durante la huelga, los obreros destituyeron a los delegados digitados, eligieron a los propios y llegaron a defender ese derecho, al margen de la Ley de Asociaciones Profesionales. Enfrentados y dispuestos a combatir incluso contra el poder armado de la burguesía (asambleas democráticas permanentes en las que participó la población, englobando a las familias de los obreros), ejerciendo el control civil (por ejemplo contra la ebriedad, robos), sin necesidad de ninguna “policía especializada” y separada de la sociedad en un organismo especial; en otras palabras, organizando su propia vida social, de acuerdo a la voluntad expresada en forma directa por la mayoría.

La lucha de esos meses fue de gran impacto entre los trabajadores del país, y ayudó a que creciera el sentimiento antipatronal, antiburocrático y antidictatorial.

¿Que significaron los azos del 69-70?

Desde 1969, todo se acelero y constituyo un punto de viraje en la evolución del país. Se vivió un proceso de cambios entre los trabajadores, estudiantes universitarios, partidos políticos, y en las principales tendencias que se expresaban dentro de la dictadura.

Los alzamientos populares expresaron la explosión de la bronca, acumulada en varios años de deterioro económico-social, opresión política y gremial, sumada a la proscripción del peronismo, perdida de conquistas históricas de los asalariados y deseos de cambios.

Tuvieron como protagonistas, fundamentalmente a la clase obrera y a los universitarios que fueron sin duda alguna las fuerzas con que contó el movimiento antidictatorial.

Por un lado se puso de manifiesto el estado que había alcanzado la radicalización de la conciencia política de importantes sectores de la sociedad y el profundo rechazo a la dictadura.

Esos movimientos de masas actuaron como factores de presión para cambios dentro del propio gobierno nacional y dejaron dos consecuencias: comenzó a enterrarse el proyecto que no tenía plazos, y se inicio un proceso político en toda la sociedad.

Las grandes movilizaciones demostraron la capacidad de lucha, creatividad, y solidaridad del pueblo. Las asambleas obreras populares, algunas espontaneas, que se realizaron en Rosario y Córdoba, en las jornadas de mayo y septiembre, reuniendo en su seno a los obreros, estudiantes universitarios y a gran parte de la población pobre de los barrios tomados, rodeados de barricadas, y en algunos lugares con la población ejerciendo el poder de policía, por ejemplo, el de permitir la salida de los bomberos tomados para sofocar incendios, controlar la entrada y salida de los barrios, también constituyeron una forma embrionario de los órganos de poder, con democracia directa abarcando ya a toda una ciudad. Pero su insipiencia y en gran medida la ausencia de una verdadera organización, no permitió la unificación de las asambleas barriales entre si, a través de delegados electos, en un consejo único de la ciudad.

Entre los trabajadores e incluso vastos sectores de la pequeña burguesía, se evidenciaba un descrédito total en los partidos políticos tradicionales, nada se espera de los militares o de un golpe de estado, no existían posibles soluciones alrededor de la “salida electoral” y el parlamento. Al mismo tiempo crecía la avidez política, aumentaba la participación en las asambleas y se registran fenómenos como los señalados, que indicaban en las masas una fuerte tendencia a la democracia directa, de abajo-arriba, apuntando a la participación real y efectiva, en la discusión y elaboración de las diversas políticas puestas en juego.

La situación social mostraba a las luchas relativamente crecientes de la clase obrera, que daban la pauta de una tendencia espontánea podemos decir, del mismo proletariado hacia la constitución de otros órganos de lucha, además del sindicato.

Decimos, “otros órganos de lucha”, para expresar la composición de los mismos, estaba claro que en ese momento no se le podía dar un nombre específico como ser asambleas, consejos, etcétera, pues no nos parece correcto arriesgar una denominación en ese sentido, composición con un claro contenido de clase en el sentido que expresaba socialmente una composición no de tipo “gremialista” como el sindicato, sino de organización obrera: nuclear a proletarios de distintos gremios e incluso sectores populares no proletarios, cuyos objetivos, si bien no claros en política, trascendían las reivindicaciones gremiales para orientarse a los reclamos políticos. Hablamos siempre por supuesto en el marco de una relativa espontaneidad.

Posteriormente en el conflicto de los obreros de El Chocón, a diferencia de lo que señalamos más arriba para Córdoba y Rosario, aparecieron algunos caracteres de mejor organización y conducción, pero no alcanzó a salir de los marcos señalados, aunque alcanzo una mayor permanencia y organicidad.

La acción política de los trabajadores revelo a partir de ese año, un sentido en su desarrollo, caracterizado por una tendencia a la unidad como clase y el alineamiento junto a él de las masas explotadas, las manifestaciones callejeras y la democracia directa.

El impacto de los alzamientos populares, abrieron un profundo debate entre la militancia, donde las diferencias aumentaron, se puso en cuestión a los partidos populares, planteos, métodos, ideas, y las formas de resolución de los conflictos sociales o políticos.

Se fracturaron y estallaron los partidos tradicionales de la izquierda, además la polémica se extendió entre el activismo peronista, donde surgieron nuevos grupos y organizaciones. En los pasillos y las aulas de las Universidades tanto estudiantes como docentes polemizaban desde el tipo de Universidad que necesitaba el país hasta las transformaciones necesarias.
En las fábricas y los gremios, los intercambios de opiniones se dieron sobre distintas problemáticas de los trabajadores y la sociedad. Aquí se adoptó una forma más encubierta, más en grupos, las asambleas y los debates en las fábricas llegarían con los conflictos sindicales.

El tema principal de la controversia en la izquierda y el peronismo era el tipo de “revolución” para la Argentina. Lo que se polemizaba era que tipo de cambios y la forma de concretarlos.

La clase obrera desde 1969 vivió uno de los periodo más rico en experiencias de su historia, con luchas en la legalidad y la clandestinidad, con derrotas y triunfos, etc. Enriqueció las vivencias de varias décadas anteriores, como los cuerpos de delegados, comisiones internas, el accionar de los sindicatos, el ejercicio de la democracia directa, tomas de fabricas, organización de huelgas, paros activos, movilizaciones, etc…

Se produjo un puente histórico entre generaciones con conocimientos y hábitos distintos, y la síntesis de ese proceso llevo a nuevos intentos, y así se sucedieron acontecimientos algunos rescatables y otros no. Vale la pena mencionar las luchas que venían desde de la Resistencia en las fabricas y barrios obreros luego del golpe del 55; las importantes huelgas y conflictos durante el gobierno de Frondizi y la implementación del represivo Plan Conintes, los Programas de La Falda y Huerta Grande, el Plan de Lucha de la CGT entre mayo de 1963 y julio de 1965, que incluyo la ocupación simultáneamente de miles de fabricas en una jornada.

Esa luchas se unen al surgimiento de la “CGT de los Argentinos” con su Programa del 1º de Mayo de 1968, el protagonismo en el Cordobazo y el II Rosariazo, las puebladas en Villa Ocampo (Santa Fe), Gral. Roca, Casilda, Malargue, pasando por el surgimiento de las Ligas Agrarias, la huelga en El Chocón, las posiciones antidictatoriales, el accionar de los gremios combativos de Córdoba, como Luz y Fuerza y SMATA, las experiencias de los gremios de la Zona Norte del Gran Rosario, como el SOEPU y la Intersindical de San Lorenzo, el SINTER, el nacimiento de los gremios clasistas, las luchas del SITRAC-SITRAM, el Viborazo, el Villazo del 74, la CGT clasista de Salta, el poder creciente de las comisiones internas, las tomas de fabrica con control obrero de la producción, las Coordinadoras de Gremios en Lucha que surgieron durante el “Rodrigazo” en el 75 que derrotaron el Plan de Rodrigo y el proyecto de López Rega, etc.

De esa manera, el choque entre los intereses de las clases dominantes y la clase obrera, se fueron dando con distintos tonos, variadas formas de enfrentarse, con negociaciones, acuerdos, rupturas, represiones, consensos pasivos, insurrecciones populares, puebladas, congelamientos saláriales, distribución populista, pacto social, paritarias acordadas, otras no homologadas, planes represivos, movilizaciones militares contra los trabajadores, leyes antiobreras, paros “materos” y paros activos, etc.

La clase obrera durante las décadas del 60 y 70, fue creciendo en conciencia, organización, nuevas formas de lucha, se fue dando la incorporación de nuevas camadas de jóvenes obreros, con grandes movilizaciones, con poder creciente al interior de las fabricas, la construcción de una intima relación con el movimiento estudiantil universitario, la practica constante de la democracia directa, con asambleas masivas al interior de las fábricas, en los sindicatos, calles y plazas, etc.

La etapa abierta en 1969, fue un periodo de grandes cambios, en la que surgieron partidos políticos con un claro planteo antisistema, gremios clasistas, combativos, grupos político-militares. Mientras que la movilización popular y la lucha de clase fue en ascenso.

Un tiempo plagado de sueños, encantamientos y de esperanzas por quienes los protagonizaron. Años idealizados por algunos y descalificados por otros. Años en que apareció una verdadera contracultura en las artes, las letras, la vida cotidiana, la sexualidad, la vestimenta, las costumbres. Y como escribió Adolfo Gilly, años que marcaron una “esquina peligrosa, una de aquellas en donde la historia pudo haber dado un viraje”.


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