martes, 3 de septiembre de 2024

Procesos de Constitución de los Movimientos Piqueteros en la Provincia de Neuquén Autores/as José Luis BonifacioEnrique Mases Demetrio Taranda

 Procesos de constitución de los movimientos piqueteros en la provincia de Neuquén José Luis Bonifacio; Enrique Mases; Demetrio Taranda Los autores son Profesores e Investigadores de la Facultades de Humanidades y de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional del Comahue. Av. Argentina 1400, Neuquén, E-mail: boniluis@ciudad.com.ar Resumen El trabajo analiza los movimientos sociales en la provincia de Neuquén, a partir de la protesta social inaugurada con la aparición de los piqueteros en la localidad de Cutral-Co en el año 1996. Se presentan primero dos antecedentes históricos: la huelga petrolera del 58 y el choconazo, a los efectos de comparar las características de estos conflictos sociales con las formas que asume la protesta a partir de los años noventa. Posteriormente se analiza el antecedente más cercano a las puebladas de Cutral-Có: la conformación de la Coordinadora de Desocupados en al año 1995. Este intento frustrado de organización de los desocupados en Neuquén Capital, casi un año antes de la primer pueblada, constituye un anticipo de lo que posteriormente ocurriría en las ciudades petroleras. Finalmente se describen parte de los acontecimientos de la primer pueblada. En el análisis se enfatiza el entramado político caracterizado por el clientelismo y la lucha facciosa al interior del partido gobernante; elementos centrales que atraviesan las luchas sociales en la provincia. En la segunda parte se enuncian los condicionantes generales que contribuyen a la constitución del entramado sociopolítico en el cual se desarrollan las luchas sociales. Se analizan las organizaciones piqueteras presentando a modo de avance una tipología de las mismas. Summary This research analyzes the social movements in Neuquén Province (Argentina), and it is grounded on the social protest of 1996 as a starting point of the Picketers’Movement in Cutral-Có (Neuquén). In the first part of the article, two historical antecedents of the protest are taken into account: the «Petrol Workers Strike» in 1958 and the «Choconazo» (related to El Chocón, a location placed in Neuquén), in order to compare the characteristics of these social conflicts with the ones the protest assumes since the beginning of the 90’s. After this, we analyze the closest antecedent of the Cutral-Có Popular Uprising: The «Un-employeds Coordination», set up in 1995. This aborted inten-tion of organization tried by the unemployeds of Neuquén City almost a year before the first popular uprising, constitu-tes an advance of the protests which were going to happen later in different petrol areas of the Province. Finally, part of the events of the first popular uprising are well described. Here, the clientelism and tendentious struggles found out at the inside of the Official Party in the Government are em-phasized, because of being considered relevant throughout all the social movements set up in Neuquén. Subsequently, we point out the general facts that contribute to the socio-political net, where social protests are held. Here, picketers’organizations are analyzed and a typology of them is presented. 170 Comunicaciones Introducción El presente trabajo es una aproximación a un escenario histórico en donde, contemporáneamente, se han desarrollado nuevas formas de protesta social inauguradas con la aparición de los primeros piqueteros en el contexto de la pueblada de Cutral Có en el año 1996. Los contenidos de las expresiones sociales del fenómeno que analizamos, no son meras reacciones ante procesos de injusticia y expoliación, sino que se determinan a través de múltiples mediaciones a partir de lo dado, en combinación de lo imaginado existente y lo soñado posible. Coincidimos con Javier Auyero cuando expresa: «El ajuste estructural, la retirada del Estado, el híper-desempleo están, por cierto en el origen de esta y muchas protestas. Pero los cambios macro-estructurales implicados en esta verdadera revolución neo-conservadora no afectan de manera directa el surgimiento, curso y sentido de la protesta, la acción colectiva surge del proceso político de una población en particular […] las maneras en que la protesta es vivida, las esperanzas que se le atribuyen, las emociones que la animan, no fluyen directamente de las raíces estructurales del conflicto. Sólo en un sentido general y, por tanto, superficial, podemos decir que la pueblada de Cutral-Có fue una protesta contra el ajuste. Esta afirmación debe ser el comienzo, no el fin, de nuestra investigación» (Auyero, 2002: 53). El trabajo se organiza en dos partes. La primera presenta dos antecedentes históricos de las protestas sociales en Neuquén: la huelga petrolera del 58 y el choconazo. Estas presentaciones sirven para comparar las características de estos conflictos sociales con las formas que asume la protesta a partir de los años noventa. Al compararlos resulta significativo el papel del Estado para comprender la dinámica de la protesta social ayer y hoy. Posteriormente se analiza el antecedente más cercano a las puebladas de Cutral Có y Plaza Huincul: la conformación de la Coordinadora de Desocupados en el año 1995. Este intento frustrado de organización de los desocupados en Neuquén Capital, casi un año antes de la primera pueblada, constituye un anticipo de lo que posteriormente iba a ocurrir en las ciudades petroleras. Para finalizar la primera parte del trabajo, se describen parte de los acontecimientos de la primer pueblada. En la descripción de ambas protestas se enfatiza el entramado político caracterizado por las políticas clientelares y la lucha facciosa al interior del partido gobernante. Estos elementos son centrales porque atraviesan las luchas sociales en Neuquén. En la segunda parte del trabajo se enfatizan elementos analíticos de los procesos mencionados. Se enuncian los condicionantes económicos y políticos generales que contribuyen a la constitución del entramado sociopolítico en el cual se desarrollan las luchas sociales. Se analizan las organizaciones piqueteras cuya aparición en la escena política es entendida como una nueva matriz de poder social en donde no sólo son producto de los condicionantes generales, sino también productoras del mismo. En este contexto se desarrolla a modo de estudios sociales 25 [segundo semestre 2003] 171 avance una tipología de organizaciones piqueteras. La protesta social en Neuquén ayer y hoy La primera pueblada en Cutral Có inauguró una nueva forma de protesta social materializada en los cortes de ruta y en la emergencia de un nuevo actor social: los «piqueteros». Sin embargo, es necesario señalar que la protesta social en Neuquén no se inaugura con estos acontecimientos. En otros momentos de la vida territoriana y provincial, la sociedad neuquina asistió a momentos de convulsión social, aunque con características que difieren notablemente en su estructura, forma y actores de las modernas puebladas, por lo que se cree necesario evocarlas aunque sucintamente para poder trazar una primera comparación. En las postrimerías de los años sesenta, se desarrolló uno de los conflictos sociales más importante, significativo y peculiar; el denominado choconazo. El gobierno de facto encabezado por Onganía con su férrea disposición a impedir cualquier participación política y social generó en la sociedad argentina un conjunto de reacciones que conducirían, hacia fines de los años sesenta, a un clima de inestabilidad social muy importante caracterizado por huelgas, agitación y movilizaciones, donde estudiantes y trabajadores jugaron un rol significativo. Punto culminante de ese proceso es el estallido sociopolítico ocurrido en Córdoba en 1969 y conocido como el Cordobazo, el cual estuvo precedido por una serie de protestas estudiantiles y de una fuerte agitación social. Esta ola de movilización se expandió rápidamente a todo el país incluyendo la provincia de Neuquén. Aquí, la nacionalización de la Universidad Nacional del Comahue y los conflictos gremiales de los obreros de la construcción –que culminarían con el agitado Choconazo–, fueron las expresiones más nítidas de ese singular proceso. Como señala Quintar (1998: 13): «El Chocón, a fines de 1969 y comienzos de 1970 y en un contexto de dictadura militar, experimentó un conflicto con un alto grado de violencia que dividió a la comunidad neuquina». Este conflicto y la «... nacionalización de la Universidad Nacional del Comahue –que implicó una gran movilización juvenil acompañada por tomas de Facultades– son en ese sentido dos procesos fundamentales que –con escasa vinculación– signaron la etapa a escala regional, incorporando a la provincia del Neuquén al vertiginoso ritmo que para entonces tenía la política nacional en la crisis de la autodenominada Revolución Argentina». La gran concentración de trabajadores en la obra de El Chocón, las condiciones de vida y de trabajo de los obreros y estilos de conducción gremial antagónicos, generaron en la villa un grado de violencia inusual que se extendió más allá del ámbito de trabajo y afectó la vida política neuquina de esos años. Pero más allá del papel que le cupo a distintas organizaciones que formaban parte de la sociedad civil, el conflicto tuvo su origen y resolución en el ámbito del mundo del trabajo, en las relaciones que los trabajadores tenían con 172 Comunicaciones sus patrones, en este caso las empresas constructoras, con el Estado y con sus organizaciones gremiales. Estas consideraciones muestran las diferencias en el conflicto social suscitado a principios de los años setenta y el conflicto de mediados de los noventa llevado adelante por desocupados excluidos del mercado de trabajo y sin protección sindical. En la ciudad de Cutral Có, el denominado Cutralcazo no fue la primera expresión de protesta y conflicto social. En 1958 se produjeron conflictos gremiales de fuerte intensidad cuando los trabajadores petroleros convocaron a una prolongada huelga. En este caso destacamos que, en aquel momento histórico, los conflictos se ubicaban dentro de un plano peculiar que tiene que ver con la fuerte impronta que marca las relaciones laborales de los trabajadores petroleros con la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF). La dinámica que asumían los anteriores conflictos sociales era parte de un arreglo institucional en donde la participación del Estado en la esfera de la producción era central en el conjunto de la vida social, mientras que durante los años noventa el Estado se retira de esta función. Cuando se analiza el caso de los trabajadores petroleros de la empresa YPF radicados en el área Plaza Huincul-Cutral Có se comprende el profundo contraste que presenta la realidad de la post privatización con el escenario anterior. En estos trabajadores se reflejan nítidamente las consecuencias sociales que acarreaban las políticas neoliberales. Desde sus inicios y hasta el proceso de privatización, la concentración obrera de YPF en Plaza Huincul y Cultral Có estuvo caracterizada por la presencia del Estado en la organización de la vida cotidiana de los trabajadores, desde la provisión de viviendas hasta la organización de instancias de asociación, como clubes o cooperativas. El Estado se presenta como empleador y regulador de las relaciones laborales y sociales. El Estado es quien maneja a discreción las formas de sociabilidad, las pautas culturales y la propia vida del trabajador y su familia, excediendo largamente el control sobre el proceso de trabajo. En ese contexto los trabajadores ypefianos se organizan y a través de su organización gremial, el Sindicato Único de Petroleros del Estado (SUPE), plantean sus propias reivindicaciones y en más de una oportunidad llegan a la huelga como recurso extremo para lograr concretarlas. Ahora bien, este particular escenario muda totalmente cuando se produce la privatización de la empresa y por lo tanto también cambia el comportamiento de los trabajadores que han vivido y usufructuado de aquellas políticas sociales y ahora deben transitar un universo de desprotección, propio de las políticas neoliberales contemporáneas. Las nuevas formas que asumen la conflictividad social y laboral en los años noventa debe ser comprendida en el marco de las experiencias de un pasado perdido y que muchos creen necesario recuperar, especialmente en cuanto al pleno empleo. En este sentido debemos señalar que estudios sociales 25 [segundo semestre 2003] 173 estos mismos trabajadores ypefianos, a partir del proceso de racionalización y privatización que sufre la empresa pasan, ya sea a través de los despidos o de la imposición del retiro voluntario, a ser desocupados y en muy poco tiempo, luego de agotadas las indemnizaciones, se deslizan por un rápido camino de pauperización y exclusión.1 Estos nuevos excluidos se resisten a este destino y llevan a cabo una serie de acciones que pasan por diversas formas de protesta que tienen en el corte de ruta nacional su instrumento más eficaz para ser escuchados por las autoridades de turno. Ya no cuentan con la ayuda de su organización gremial –el poderoso SUPE– ni con el nuevo Sindicato de Petroleros Privados, ni con ninguna conducción, salvo aquella que percibe a los nuevos protagonistas sociales como factibles de «usar» para cualquier ingeniería sociopolítica de dominación. Los trabajadores se han transformado en excluidos, dejan de ser ypefianos y pasan a ser piqueteros. Ya no protestan como antaño por mejoras salariales, por mejores condiciones de trabajo o simplemente por cuestiones políticas desde una ideología mayoritariamente peronista y en menor medida marxista, que los contiene. Sus reclamos tienen que ver ahora con volver a ocuparse, con convertirse nuevamente en asalariados sin importar las condiciones de explotación a las que pueden estar sujetos. Sus formas de organización son novedosas y aun la propia ideología que sustentan. Porque como bien señala Torcuato Di Tella (2001): «Los piqueteros tienen una ideología, porque en la medida que plantean que tiene que haber una sociedad más justa, más equitativa, eso es una ideología. Es una ideología que está menos escrita en los libros. Digamos que es una ideología que se está escribiendo. Es una ideología que es producto de la exclusión». A diferencia de lo que sucedía en un pasado no muy lejano, cuando sus expresiones de lucha se articulaban sobre un cuestionamiento al sistema, hoy en cambio sus protestas plantean como objetivo inmediato ser incluidos en ese mismo sistema 1 «La imposición de un sistema perverso de retiro voluntario que utilizado sin lógica empresarial ni asesoramiento adecuado llevó a los ex empleados ypefianos a canalizar sus indemnizaciones La creación de la Coordinadora de Desocupados en Neuquén Capital Entre los antecedentes más cercanos a las puebladas de Cutral Có y Plaza Huincul merece destacarse la conformación de la Coordinadora de Desocupados en la ciudad de Neuquén en el año 1995. En la provincia neuquina a partir de 1993 en bienes inmuebles –rápidamente desvalorizados– y pequeñas actividades comerciales que saturaron el mercado en recesión (Favaro, 1999: 281). se comienza a sentir la aceleración de las tasas de desocupación después de las privatizaciones de las empresas públicas de energía. En octubre de 1995 alcanza el 17% en el conglomerado urbano NeuquénPlottier. En Cutral Có la tasa era mucho más alta. El Estado provincial hasta ahora no había adoptado ninguna medida previsora. 174 Comunicaciones En el conglomerado urbano mencionado, la mayoría de los desocupados se originaban en los obreros de la construcción y el personal doméstico. En el caso de los obreros, por haberse terminado las grandes obras hidroeléctricas, la construcción de planes de vivienda por cuenta del Estado provincial y por haberse retirado la financiación del Estado Nacional. La caída en la demanda de personal doméstico se relacionaba con las adaptaciones de las familias contratantes a los ajustes que se estaban produciendo. En setiembre de 1995 comienza a aplicarse la ley provincial 2128, instrumento jurídico que asignaba un subsidio de $ 200 a los deso-cupados mayores de 18 años. Este fue el primer instituto de esta naturaleza en el país, a pesar de la oleada de desocupación masiva que lo cubría. Mientras en los barrios neuquinos crecía el número de desocupados, las relaciones entre algunos de ellos promovieron el acercamiento de diferentes grupos. Comenzaron entonces a enhebrar urdimbres societales para la búsqueda de trabajo y/o encontrar algún recurso de sobrevida para «reproducirse en esa ciudadanía de baja intensidad». Un participante (J), narraba: «Al principio una compañera del barrio Belén nos comenta que en San Lorenzo había una organización de desocupados. La mayoría eran obreros de la UOCRA… muchos compañeros de distintos barrios empezaron a empadronarse para pedir al gobierno puestos de trabajo. Nosotros lo comentamos con compañeros de otros barrios y fuimos a San Lorenzo a pedirles opinión de cómo organizarse. Nos solidarizamos con ellos y les propusimos trabajar juntos en un solo grupo para unificar los barrios para exigir con más fuerza al gobierno» (Sandoval, 1997: 108). A partir de este entramado inicial se fue gestando una red vecinal cuyo objetivo era encontrar soluciones colectivas al flagelo de la desocupación. (S) cuenta: «Primero no fue Coordinadora. Comenzó como una comisión de desocupados del barrio Independencia que le copiamos al barrio San Lorenzo. Nos juntamos y convocamos a los del barrio Estrella, Amanecer, San Lorenzo, Hipódromo, de los barrios más cercas. Una vez que nos juntamos en una comisión nos damos cuenta que lamentablemente a los compañeros de San Lorenzo los estrangulan porque les dan trabajos de esclavitud en el famoso Plan Preno del Gobierno y el movimiento se detuvo ahí. Nosotros dijimos no, si hacemos una comisión mejor que sea coordinada de todos los barrios para estar más fuertes. Y ahí empieza la Coordinadora. No teníamos nada, ni medios para movernos, todos sin trabajo, económicamente knock out, ni para comer, ni papel para volantes» (Sandoval, 1997: 110). La tarea no fue fácil, se toparon con las Juntas Vecinales que estaban conducidas por el Movimiento Popular Neuquino (MPN). Y toda tramitación de subsidios o empadronamiento para el logro de algún puesto de trabajo debía venir homologada por alguna Junta Vecinal reconocida oficialmente. (J) narra: «Nosotros elaboramos planes de trabajo, como la construcción de una guardería y estudios sociales 25 [segundo semestre 2003] 175 una plaza, y empezamos a empadronar. Conseguimos una cita con el Subsecretario de Trabajo, Rivas, … no nos dieron ninguna respuesta y nos mandaron a la Municipalidad a ver a un tal Beltrane. Este señor no reconoció a ninguno de nosotros por no tener ningún aval de las Comisiones Vecinales dirigidas por el MPN. Fue así que por la bronca del no reconocimiento de nuestros barrios hicimos una asamblea y votamos una marcha de Independencia, Belén, San Lorenzo, Hipódromo, Gran Neuquén y se marchó al Municipio» (Sandoval, 1997: 110). Esta acción colectiva se inicia porque los funcionarios son incapaces de comprender la desesperante situación de los desocupados y por la negación de considerar sus propuestas escudados en el procedimiento burocrático de invalidar sus demandas colectivas por no pertenecer o no estar mediados por una junta vecinal oficializada, generalmente gobernada por el MPN. Ante estos hechos la acción colectiva se convierte en acción directa. La movilización rumbo a la Municipalidad de Neuquén culmina con la toma del municipio el 29 de agosto de 1995. Los supernumerarios sin lugares inician el camino en busca del reconocimiento, como plantea John Holloway (2002: 13): «Empezamos desde la negación, desde la disonancia. La disonancia puede tomar muchas formas: la de un murmullo inarticulado de descontento, la de lágrimas de frustración, la de un grito de furia, la de un rugido confiado. La de un desasosiego, una confusión, un anhelo o una vibración crítica». (S) «Como no teníamos plata para movilizarnos al centro, confiscamos los colectivos, el 104, colectivo que venía lo paraban, subían y no pagábamos .... Cuando llegó la gente se metió en la subsecretaria para cobrar y los sacaron como rata por tirante, así que cuando llegamos nosotros estaban todos afuera, unas trescientas y decidimos ir a la municipalidad. Cuando al Intendente Gorosito le dijeron: ‹hay una movilización›, ya estábamos adentro de la municipalidad y el Intendente no tenía por dónde moverse. Salió todo sin mucha planificación. Subimos a los pisos y declaramos asueto administrativo a los empleados municipales, pusimos una guardia en la puerta. Desocupado que venga: adentro. Obrero que venga: adentro. Burócratas, afuera». «Terminamos siendo como ochocientos dentro de la Muni y nos mantuvimos ahí con el Intendente de rehén hasta que pagaron, no quedó nadie sin cobrar .... No pudieron reprimir con el Intendente adentro, se intentó escapar dos veces y no lo dejamos. Así que estuvo sentado en su famoso escritorio, y las mujeres cambiando pañales en la cara de él. Estuvimos desde las 10 de la mañana hasta la madrugada. Algunos sindicatos se acercaron como ATE o la UOCRA, pero para partirnos». (G) «Lo que empezó como una movilización en pedido de respuesta a una serie de proyectos laborales, se convirtió después en la toma del Muni. Que terminó sacándole al gobierno un millón de pesos para todos los desocupados que había allí. Se obtuvo el pago inmediato del subsidio de 200 pesos sin discriminación, el último compañero 176 Comunicaciones terminó de cobrar a las 5 de la mañana» (Sandoval, 1997: 112-113). Lo significativo de estas acciones y prácticas colectivas en las «calles», por parte de los trabajadores desocupados, es la constitución de la Coordinadora, buscando ocupar el vacío dejado por los sindicatos en la organización de los desocupados. Sin embargo, según Sandoval, Romero y Fernández, la acción independiente de los desocupados estaba condenada desde el inicio, por el aislamiento del resto de los trabajadores organizados. La CGT y la CTA eran reticentes a la hora de incorporar las demandas y acompañar las luchas de los desocupados. Estas experiencias organizativas, mucho más laxas que los sindicatos y partidos políticos, se constituyeron fundamentalmente por actores «sin lugares». Incluían en su seno a los inmigrantes chilenos, los jóvenes y las mujeres que no tienen ni voz ni voto en los sindicatos controlados por las formas tradicionales de conducción. «Estos tipos de organismos volverán a aparecer nuevamente en los Cutralcazos de 1996 y 1997, en la forma de piquetes y fogones, siendo una de las características de la Coordinadora, la organización sobre la base de unidades poblacionales» (Sandoval, 1997: 115). A pesar de los logros, su persistencia temporal y territorial es de difícil reproducción tal como lo expresa un protagonista: (S): «Nunca se llegó a elegir representante por barrio, venía sí por barrio alguien que encabezaba, representaba, pero la dirigencia de la Coordinadora en sí, nunca. Es más, hasta último momento antes de la represión del 2 de octubre, se quería elegir, pero no se llegó a eso por una puja entre los partidos de izquierda, lamentablemente, ‹Que yo dirijo›, ‹Que vos no dirigís› y dejan desplazada a la masa del movimiento»(Sandoval, 1997: 115). La experiencia de la Coordinadora de Desocupados finaliza el 2 de octubre de 1995, cuando deciden tomar la Casa de Gobierno. Esta acción directa por parte de los desocupados terminó en una violenta represión policial y el encarcelamiento y procesamiento de los principales dirigentes de la Coordinadora. Estos hechos junto a la persecución policial que recibieron los integrantes de la Coordinadora en sus barrios durante los meses posteriores a la acción del 2 de octubre provocaron el desmantelamiento de la organización. El juicio a los líderes de la Coordinadora culminó el 25 de octubre de 1996 con la declaración de inocencia de culpa y cargo. La primer pueblada de Cutral Có y Plaza Huincul La privatización de YPF significó la conformación de una realidad social caracterizada por la desestabilización de los estables, la instalación de la precariedad y la manifestación de un déficit de lugares en la estructura social (Castel, 1997: 417), en el contexto de una economía provincial de tipo «enclave». En el marco de esta nueva realidad social impuesta por las privatizaciones, la pueblada se desencadena cuando el gobernador estudios sociales 25 [segundo semestre 2003] 177 anuncia el cierre de las negociaciones con la empresa Cominco Fertilizers/Agrium, que iba a instalar una planta de fertilizantes en la ciudad de Cutral Có. Este anuncio desencadena una lucha de poder al interior del partido gobernante (MPN). En la época del «primer piquete nacional» –junio de 1996– gobernaba Felipe Sapag. La gestión del gobierno anterior –hasta diciembre de 1995– había estado a cargo de Jorge Omar Sobisch. Cada uno de estos dirigentes representaba a una facción al interior del MPN. Sapag era el líder de «los amarillos» y Sobisch representaba a «los blancos». La instalación de una planta de fertilizantes nitrogenados asentada en las localidades de Cutral Có y Plaza Huincul era una aspiración, un discurso político y una elaboración técnica de varias décadas. Conocida la nota de desactivación de las negociaciones por parte del Ejecutivo Provincial de los acuerdos logrados por el gobernador anterior –Jorge Sobisch con la Cominco Fertilizers/Agrium–, un grupo de vecinos, entre los que se encontraban dirigentes de la facción de los «blancos» dentro del MPN, utilizando la emisora radial de la ciudad, presentaban tal desactivación de los acuerdos como la producción de un gran vacío para esas comunidades. Este hecho activó entre los pobladores un imaginario colectivo que asumía que el vacío dejado por la empresa YPF, podía ser sustituido con la instalación de una empresa de fertilizantes prometida públicamente por Alfonsín en 1987. El slogan ¡Ahora Fertineu!, sintetizaba esta aspiración colectiva. Los discursos de los políticos opositores, «los blancos», y de los vecinos sin ninguna motivación política partidaria interpelaron la subjetividad de los habitantes de CutralCó. Señalaban que el vendaval neoliberal había aniquilado la empresa pública y por lo tanto el futuro de las localidades, depositando la configuración de lo «existente» en la persona del gobernador, Felipe Sapag, uno de los fundadores del MPN y líder de la facción de los «amarillos». El 20 de junio los habitantes de las comarcas se volcaron masivamente a la ruta 22 en pos de manifestar su rechazo a la finalización de las negociaciones con la empresa canadiense. Lo novedoso desde la dimensión sociopolítica fue la reacción popular, cuando la «positividad» de la interpelación se quiso «encarnar» en los «blancos», esto es: «sí seguíamos gobernando esto no hubiera ocurrido». Los mismos actores interpelados repudiaron la acción impidiendo la apropiación de la protesta por parte de una de las facciones que conformaban el poder político de la provincia. Reproducimos algunas de las expresiones de los piqueteros2 que señalan el descontento de los pobladores por las privatizaciones, la frustración que provoca la caída de la ilusión de sustituir el vacío dejado por YPF con la planta de fertilizan2 Tomadas el 23 de junio de 1996 al pie del segundo piquete establecido a la altura de Torre Uno, entrada al campamento homónimo de YPF (Taranda y Ocaña, 1996: 38-40). 178 Comunicaciones tes y la demanda al Gobernador –oriundo de Cutral Có– de una respuesta inmediata a la decadencia de las ciudades. «Trece años que estamos aquí, esperando, desde que estamos en la democracia nuevamente. Está bien, fuimos engrupidos por los militares, lamentablemente no podíamos hacer nada. Votamos por la democracia, estábamos con la democracia y dijimos ahora sí puede ser Fertineu. Puede que ahora el futuro esté con nosotros. Nos privatizaron YPF, Gas del Estado, nos sacaron el ferrocarril y por último nos quieren sacar Fertineu y lamentablemente la gente no aguantó más, … no estamos esperando al gobernador para garrotearlo, ni para apedrearlo, sólo queremos la presencia de él y que nos venga a dar una respuesta. El hambre para nosotros y nuestros hijos es muy grande». «Estamos todos reunidos por una sola causa, Fertineu, más precisamente, Fertilizantes Neuquinos, o como quiera llamarse, que es un trámite histórico de casi 30 años. Y el principal protagonista acá es nuestro gobernador, Felipe Sapag, que siempre nos verseó». «La mayoría de la gente está desocupada, lamentablemente no hay predisposición por parte del gobierno para poder llegar a hacer esta planta de fertilizantes, que es un anhelo que tienen nuestras comunidades porque paliaría un poco la situación laboral». Las sociedades de Cutral Có y Plaza Huincul protagonizaron un movimiento social espontáneo, con el anhelo de apertura de fuentes de trabajo y una salida productiva que llene el vacío de la desocupación, deudora de una economía local monoproductiva tras la privatización de YPF. Confluyen en este conflicto aspectos sociales, económicos y políticos, anclados en una lectura crítica de los efectos del modelo económico, cuya aplicación contó con adhesión electoral mayoritaria en el nivel nacional. Estas consecuencias concretizan la fragmentación territorial y la degradación progresiva de lo político en la sociedad, en tanto los discursos que se ofertan se vuelven necesariamente contradictorios y vacíos de contenido a partir de las prácticas neoliberales, además de un descreimiento en la actividad y prácticas políticas. Los condicionantes económicos y políticos de la acción colectiva Para entender el fenómeno de los nuevos movimientos de protesta en Neuquén, en donde los piqueteros ocupan un lugar central, es necesario tener en cuenta un conjunto de elementos que inciden sobre el fenómeno y contribuyen a su producción. La dinámica de funcionamiento del Estado es central para comenzar a entender el proceso. En Neuquén se configuró una matriz productiva orientada dominantemente hacia la extracción de petróleo y gas, a partir de estas actividades se generan otras directamente dependientes. Este tipo de actividad produce a corto plazo importantes ingresos pero demanda relativamente estudios sociales 25 [segundo semestre 2003] 179 poca fuerza de trabajo. Los ingresos provenientes de la actividad extractiva, crean un flujo de ingresos al Estado que le permite sostener en tiempo y forma algunas de sus funciones básicas. Paga los sueldos de los estatales (salud, educación y justicia), tiene remanentes para obras con sectores privados, contiene el déficit fiscal, mantiene una red de contención del conflicto social. Esta última actividad se conecta directamente con nuestro problema de estudio. La matriz productiva de tipo enclave,3 al no generar el empleo necesario para absorber la fuerza de trabajo, requiere necesariamente del Estado el desarrollo de un sistema de contención social. Un conjunto de prácticas políticas demuestra que el Estado provincial neuquino entre las alternativas de: a) incentivar la diversificación de la matriz productiva para ampliar el espectro de las actividades generadoras de empleo, o b) continuar reproduciendo la matriz productiva existente; ha optado por la segunda. La «alianza estratégica» con la empresa Repsol y un análisis del uso del presupuesto provincial, nos revela esta opción política. En este contexto para comprender el Estado provincial neuquino no se puede dejar de considerar que posee una característica inmanente a su dinámica de funcionamiento, adquirida a mediados de la década del setenta. Su reproducción esta sujeta a la necesidad de mantener prácticas políticas clientelares; característica que se torna estructural debido a su ejercicio cotidiano durante un largo período. Esta forma de dominación social y ejercicio de poder del Estado conforman una moralidad y un universo simbólico que afloran en comportamientos políticos en todos los sectores de la vida social de la sociedad neuquina. La abundante literatura sobre el tema del clientelismo, coincide en definirlo a grandes rasgos como una relación desigual –y recíproca– entre dos actores sociales, en general encarnados en la figura de la élite política por un lado y las masas (clientes) por el otro. En esta relación se produciría el «intercambio de votos por favores» que especifica el vínculo del llamado clientelismo «denso» en las sociedades modernas. Ciertas líneas teóricas entienden al clientelismo como una reacción frente a un sistema político impersonal donde lo esencial del vínculo estaría dado por la posibilidad de establecer un lazo social que le otorga al individuo el sentimiento de ser protegido (Günes-Ayata, 1994). A diferencia de esta mirada, no hemos encontrado en los datos relevados hasta el momento, referencias claras a un elemento emocional como constitutivo del intercambio clientelar en el Estado neuquino. Por el contrario, la interpretación dada por nuestro referente enfatiza el aspecto más mercantil de la relación clientelar como constitutivo del fenómeno neuquino. Vale la pena citarla en toda su extensión: E: «¿Y qué son los barriletes»? 3 Las características tipo enclave de la economía neuquina están extensamente desarrollada en Taranda y Bonifacio (2003). 180 Comunicaciones X: «Claro, un poquito allá, un poquito acá. El viento los lleva para allá, ellos van para allá». E: «¿Y hay muchos barriletes? ». X: «Y si, acá en San Lorenzo no hay lealtad, no hay ideología. No teniendo ideología no tiene sentido nada, van por la bolsa, o por el plan, o algún otro subsidio... Se forma un círculo de los referentes, los manzaneros digamos. Después alrededor de ellos hay otro círculo que cada uno tiene una mano derecha, esa mano derecha se suma a otro, es como una cadena y es muy necesario que no se rompa un eslabón, porque si se corta el eslabón termina la lealtad». E: «¿Cómo es eso?, o sea, primero es un círculo en la manzana...» X: «En la primera están los que hoy tienen un sueldo de $400». E: «Son punteros». X: «Claro, como saben que ellos sí reciben los $400, se le acercan a cada uno de ellos; uno que también quiere $400 por trabajar en la campaña siguiente. Ese suma a otro, porque cuando yo llegué también yo necesitaba alguien para que me ayude a juntar gente y para todo lo demás. Entonces se hace otro círculo y se van formando los círculos. Ahora, cuánto más se ensancha el círculo de afuera, menos fidelidad hay. En el tercer o cuarto lugar ya empieza la infidelidad. Si este no me da, yo tengo que ver si el otro no me va a dar.... porque seguro cuando vengan las generales, tanto del PJ, como de los radicales, también me van a tirar algo, así que yo con este no me quemo, pero sí lo acompaño». Podemos afirmar, entonces, que las relaciones así delineadas se encuadran en términos generales dentro de la lógica del neoliberalismo de la década del ’90, esto es, que no existe un cuestionamiento a la dinámica capitalista imperante. Aun en aquellos casos en que encontramos organizaciones de la sociedad civil que buscan generar estrategias que les permitan obtener el máximo posible de los intercambios clientelares, actúan dentro de un marco que no cuestiona la reproducción y legitimación de las relaciones mercantiles dominantes. Como nos contaba con asombro el participante del bloqueo de ruta en Cutral-Có de 1997, al volver de la negociación con el gobierno nacional: «La realidad es que trajimos alrededor de 5.000 planes de empleo, algunos con prestación otros sin prestación. Cuando veníamos en el avión yo le decía a Iván, nos van a sacar a los palos, pero cuando dimos las novedades la mayoría de la gente estaba re-contenta. Nosotros pensábamos que era un tema coyuntural pero a la vez queríamos traer las novedades con respecto a un plan de producción digamos, de puestos genuinos de trabajo, no nos dieron ningún puesto genuino, pero la realidad es que a la gente tampoco le interesó, a la mayoría, no digo a todos» (Taranda et al., 2003). En la provincia de Neuquén se visualiza entonces el siguiente escenario: a) La estructura productiva existente es incapaz de generar empleo necesario para incluir a la población excedente. b) Buena parte de los desocupados conforman un excedente de fuerza de trabajo que no tiene ninguna función en el sistema productivo. c) Frente estudios sociales 25 [segundo semestre 2003] 181 a esta problemática el Estado neuquino sólo se remite a ofrecer paliativos –con la impronta clientelar que le es inmanente– que apenas contienen la explosión social. Al considerar estos determinantes estructurales, se obtiene un escenario propicio para la acción colectiva de los nuevos movimientos de protesta social. Las organizaciones sociales piqueteras en el entramado sociopolítico Se puede comenzar señalando algunas características centrales de las organizaciones de protesta. De manera general es posible afirmar que el proceso de organización y lucha de los excluidos terminó por conformar una nueva matriz de poder social, en cuyo interior un sector de los subordinados asume una práctica sociopolítica cuya direccionalidad no tiene contornos claros. El poder de los piqueteros reside en su capacidad de cortar rutas. Al verse impedidos de venderse como fuerza de trabajo y por lo tanto de reproducir sus condiciones materiales de existencia, el corte de ruta representa la posibilidad de interrumpir el proceso de circulación de mercancías. Los piqueteros definidos especialmente por ser desocupados, encontraron que la única manera de obtener visibilidad social y política frente al Estado era producir un hecho que interrumpiera el principio organizador del intercambio, atacar un eslabón de la actividad capitalista. Para alcanzar este grado de organización los piqueteros tuvieron que transformar la demanda individual de planes de empleo y políticas sociales, impuesta por la lógica neoliberal, en demanda colectiva. Los cortes de rutas como formas de demandas colectivas para satisfacer las necesidades de subsistencias constituyen las principales innovaciones en la forma de protesta social inaugurada a mediados de los años noventa, recién cuando los efectos del vendaval neoliberal se vivieron con efectos corporales directos y se puso en duda la reproducción social de una parte de la sociedad. Cuando se afirma que la direccionalidad y los contornos políticos de las organizaciones piqueteras en Neuquén aún no aparecen con claridad, es porque las mismas se extienden en un contexto político en donde las prácticas clientelares constituyen la rutina habitual que tienen los más necesitados para obtener los bienes necesarios para su reproducción. El terreno en el que emergen está impregnado de prácticas políticas clientelares y los potenciales miembros de los movimientos son objeto de la relación clientelar. Inclusive al interior de los movimientos sociales se pueden apreciar una serie de prácticas políticas que van desde: a) operar políticamente, a través de funcionarios estatales y punteros, en las organizaciones de piqueteros para encaminar a los miembros de estas organizaciones a la demanda individual de políticas sociales, tal como está prevista en la forma neoliberal; b) intentar cooptar las organizaciones que emergieron con relativa autonomía del poder político establecido, a través de favores políticos; c) generar a través de punteros políticos sus propias organizaciones en donde se reproducen las prácticas clientelares ya 182 Comunicaciones conocidas. Esta circunstancia origina una lucha política por la identidad de las organizaciones entre los punteros políticos y los líderes sociales no tradicionales que practican la acción política. Los primeros tienen a su favor una matriz de reproducción social que a través de las rutinas ya establecidas contribuyen a mantener una forma de relación social clientelar, para reforzarla poseen recursos institucionales y materiales provistos por el Estado y una red social de contactos personales. Los segundos poseen la capacidad de organizar colectivamente a los miembros de las organizaciones para arrancarles recursos al Estado. Tipos de organizaciones piqueteras La distinción de este entramado sociopolítico atravesado por el clientelismo, permite realizar una primera caracterización de las organizaciones piqueteras, según la impronta que este factor asuma al interior de la organización. Señalamos, a manera de avance dos tipos de organización. a. Organizaciones en donde el poder está mediatizado por el puntero político. Este tipo de organizaciones tiende a reproducir en su interior prácticas clientelares caracterizadas por relaciones de poder asimétrico entre quienes detentan los recursos y los beneficiarios de los mismos. Este hecho ha generado situaciones de abuso de autoridad por parte de quienes tienen el control de los planes de empleo. Las denuncias públicas a un líder piquetero que simultáneamente es puntero político del MPN en la localidad de Centenario, es el ejemplo más emblemático de este tipo de organizaciones. Extractos de los titulares en los diarios regionales desnudan la intrincada red clientelar que opera al interior de algunas organizaciones. «El personal de la Fiscalía de Delitos contra la Administración Pública copó ayer las oficinas del Departamento de Hacienda, Obras y Servicios Públicos de la Municipalidad de Centenario. También allanaron las oficinas de Acción Social de la comuna y al menos dos domicilios particulares… Los peritos se concentraron en los planes de empleo y planes de ayuda social. En Centenario hay más de 950 subsidios otorgados a través de la Ley 2128, y unos 1.600 planes provinciales de empleo que también cobran 150 pesos a cambio de contraprestaciones laborales» (Diario Río Negro, 12/09/02). «Héctor ‹zapallito› Molina, el líder de los desocupados cuya vivienda fue allanada por la justicia, maneja unos 560 planes de empleo. Acumuló ese poder a fuerza de cortes de rutas y de trabajar para dirigentes políticos en las campañas electorales» (Diario Río Negro, 28/09/02). «Estalló escándalo con planes sociales: 7 piqueteros detenidos en Centenario. Héctor ‹zapallito› Molina, líder de una agrupación de desocupados de Centenario, fue detenido ayer junto con otros siete fieles dirigentes en la causa por la que se investiga una presunta defraudación a la administración pública. Deberán prestar declaración indagatoria el intendente de la estudios sociales 25 [segundo semestre 2003] 183 localidad, Luis Castillo y otros funcionarios de primera línea de su gabinete»(Diario La Mañana del Sur, 09/10/02). Independientemente de la prosecución de la causa judicial y de la constatación de los hechos de fraude, la eclosión discursiva sobre estos acontecimientos posibilitaron dar a luz, la urdimbre densa enhebrada por el poder político municipal, con el poder político provincial y la articulación de prácticas escenográficas –cortes de ruta, manifestaciones ante la municipalidad– que son similares a las protestas sociales con el objetivo de algún logro político para un posible posicionamiento electoral, o la disputa de una interna del partido gobernante MPN. En este momento vale recordar que durante el primer Cutralcazo un grupo disidente de la fracción «blanca» del MPN, entre los cuales se encontraba un ex intendente de la ciudad, intensificaban discursivamente las condiciones de desarrollo de la protesta, con el objetivo de hegemonizarla. En el caso de Centenario el intendente, que también responde a la facción «blanca» del MPN, estaba directamente involucrado en la organización del fraude de tal forma que no ejerce más dicho cargo por las irregularidades en la gestión de los planes de empleo. b. Organizaciones que buscan autonomía de las prácticas clientelares. En éstas las actividades organizadas por los líderes se autofinancian con parte de los planes de empleo que reciben los miembros de la organización. Esta situación ha merecido la crítica por parte de los funcionarios del Estado («les dimos planes de empleo y crearon organizaciones sociales»). En este tipo de organizaciones se demanda en forma colectiva a las instituciones estatales: planes de empleo y demás servicios sociales (bolsones de alimentos, materiales de construcción, servicios de salud, etc.) evitando de manera consciente la demanda individual. En un caso –el Movimiento Barrios de Pie– la demanda colectiva alcanza también a sectores privados como los hipermercados. La mayoría de las organizaciones reconoce la pertenencia a un partido político de izquierda, aunque esta característica no está presente en todos los casos. Cada una de ellas intenta conformar redes sociales solidarias que les posibiliten a sus integrantes proveerse de bienes básicos intentando escapar de las redes clientelares. A modo de avance señalamos las prácticas de dos organizaciones: Movimiento Barrios de Pie y Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD). Estas organizaciones tienen en común algunos aspectos: las decisiones se toman a través de asambleas periódicas, se financian con aportes de sus miembros, luchan y compiten en sus territorios con los punteros políticos y realizan tareas comunitarias más allá del piquete. Sin embargo también tienen algunas diferencias. El Movimiento Barrios de Pie concentra sus esfuerzos en emprendimientos comunitarios; tienen a su cargo diez comedores comunitarios, dos fábricas de pastas, dos huertas familiares, dos fábricas de conserva, cuatro panaderías, 184 Comunicaciones un criadero de pollo y una bloquera. Los emprendimientos se financian con parte de los subsidios del programa de Jefas y Jefes de hogares que perciben. De esos 150 pesos mensuales, ellos aportan 10 pesos por mes. Con esos fondos –unos 2.500 pesos mensuales, ya que suman unos 250 integrantes– «pagamos fletes, compramos alimentos o hacemos algún folleto». Cada domingo se instalan con un puesto en la plazoleta frente a la Catedral para hacer transacciones con los bloques, y vender pan, pastas, dulces y conservas a los paseantes del centro (Diario Río Negro, 19/05/03). El MTD concentra sus esfuerzos en la búsqueda colectiva de trabajo genuino, aunque posee máquinas para fabricar adoquines. Por ejemplo en una ocasión el Gobernador anunció en Buenos Aires que generaría puestos de trabajo, ese hecho motivó la inmediata movilización de los integrantes: «Apenas Sobisch se bajó del avión dijo que había 700 puestos de trabajo. Ahí a las ocho de la mañana nosotros estábamos cortando, fuimos a golpear la puerta para ver a dónde nos presentábamos a trabajar. Los tipos no tenían absolutamente nada, corrían de un lado para otro, a partir de eso tuvieron que inventar esto de anotar a la gente porque nosotros sólo pedimos trabajo genuino» (Bonifacio/Mases/Taranda, 2002). Ambos movimientos coinciden en que el subsidio no representa una solución a la falta de empleo, aunque por las formas organizativas internas, el subsidio o plan de empleo se torna más o menos funcional para el desarrollo y mantenimiento interno de la organización. Al respecto, referentes de cada una de las organizaciones (Movimiento Barrios de Pie, el primero, y MTD el segundo) afirman: «[El subsidio] no es un trabajo, aunque sirve para empezar una experiencia de trabajo genuina. [El objetivo] no es que los subsidios existan siempre porque responden a intereses de los políticos que gobiernan» (Diario Río Negro, 19/05/03). «No pedimos bolsones, no vamos a los comedores a pedir comida, no queremos que nuestra juventud vaya por ese camino. Creemos que es equivocado pedir bolsones de comida en una provincia como esta que hay petróleo, hay tanta plata, nos tienen que dar trabajo, no queremos que nos den ni planes, que si bien los tenemos, los hemos conseguido peleando, ni bolsones de comida» (Bonifacio/Mases/Taranda, 2002). Miembros del MTD en el barrio San Lorenzo Norte de Neuquén capital, actualmente son integrantes de la Junta Vecinal del barrio. Esto ha significado una pérdida importante para el MPN, ya que es el barrio más grande de la ciudad. En este espacio es posible visualizar las tensiones que se generan entre un movimiento que intenta diferenciarse de las prácticas clientelares y los punteros políticos del partido gobernante. Por ejemplo ante los hechos del 19 y 20 de diciembre de 2001, nos comentaban: «Cuando fue lo del 19 y 20 que se pinchó todo mal acá en el país y en la zona oeste, el gobierno llamó a la Vecinal que es la que tiene que canalizar la inscripción, que nos estudios sociales 25 [segundo semestre 2003] 185 daban 2.000 cajas, no sé por decirte una cifra, chapas. Nosotros dijimos no, las cajas las reparten ustedes… Las cajas, los bolsones, los reparten ustedes, nosotros de eso no tocamos nada, no repartimos miseria. Y cuando viene alguien así del barrio, les decimos no, ahí atrás está acción social. A los compañeros les decimos a ustedes les tienen que dar la caja o lo que necesite la familia» (Bonifacio/Mases/Taranda, 2002). Los integrantes del MTD consideran su deber realizar un control ciudadano de las funciones que debe cumplir el Estado. «El control de la salita para que no falten medicamentos. Tenemos un compañero instalado durante las ocho horas… pregunta si lo atendieron, si le dieron los medicamentos, tenemos cada tanto reuniones con el director de la salita. Cuando no hay insumos, no hay nada, nosotros vamos 10 compañeros a Guore [funcionario de salud pública], le decimos qué pasa que en la salita no hay. No, pero si hay. No, no hay. Y al otro día aparecen. Digamos que estamos muy atentos a eso» (Bonifacio/Mases/ Taranda, 2002). Los integrantes del Movimiento Barrios de Pie consideran que el Estado debe cumplir sus funciones, pero que su extrema situación de pobreza los ha impulsado a tomar la iniciativa de generar emprendimientos productivos, lo que no significa que dejen de demandar al Estado por sus derechos. Vale la pena mencionar que las organizaciones piqueteras –identificadas o no con partidos de izquierda– tienen fuertes vínculos con los trabajadores de la empresa de cerámicos Zanon, recuperada por los obreros. Siendo que la red de movimientos sociales organizados para defender especialmente esta fuente de trabajo, se ha convertido, en Neuquén, en el ejemplo más emblemático de lucha social contra las formas tradicionales de desarrollar prácticas políticas. Se podría afirmar que en el arco político de movimientos sociales surgidos en los años noventa en Neuquén existen dos polos contrapuestos. Por un lado los zapallitos que reproducen la matriz sociopolítica existente; por otro, los obreros de la fábrica Zanon que proponen una organización política por fuera de las redes clientelares existentes y la democracia directa. En el medio, operan organizaciones sociales piqueteras, en un entramado sociopolítico caracterizado por prácticas clientelares, que constituyen la rutina habitual de hacer política. En este espacio, múltiples actores intentan organizar a la misma gente como miembros de: una clase, un partido, un movimiento, un barrio, una colectividad religiosa, a veces simplemente como miembros de «la sociedad». El perfil político de cada uno de los movimientos se define en la lucha cotidiana por resolver los problemas que se les presentan. Conclusiones finales El análisis de las organizaciones piqueteras nos lleva a confirmar que este particular fenómeno de la protesta social en Neuquén reconoce un origen íntimamente relacionado con el pasado inmediato y con 186 Comunicaciones el presente del propio devenir provincial. En este sentido debemos señalar que todas estas expresiones que forman parte de la moderna protesta social sintetizan una simbiosis de procesos históricos que se concretizan en una misma contemporaneidad. Es decir que en una misma cronología confluyen dos fenómenos diferentes. Uno que tiene que ver con el pasado reciente, principalmente con el rol y la actitud del Estado nacional en las relaciones entre capital y trabajo y particularmente de éste con los propios trabajadores estatales. Actitudes y relaciones que son elementos importantes dentro del imaginarios de los ex trabajadores ypefianos, sus familias e hijos en el caso de Cutral Có. Y un segundo fenómeno que tiene que ver con el presente socioeconómico de la provincia de Neuquén. Un escenario provincial caracterizado por una economía de tipo enclave y un creciente proceso de dualización social. Es decir la combinación de crecimiento económico con exclusión social, deterioro del mercado de trabajo y aumento de la pobreza. Completa este panorama el ejercicio por parte del gobierno de prácticas políticas sustentadas en el clientelismo. Es importante concluir que la primera pueblada de Cutral Có y Plaza Huincul, ha dejado una marca indeleble en las formas materiales y simbólicas de organización en los movimientos sociales surgidos a mediados de los años noventa. Es posible reconocer elementos y rasgos del Cutralcazo en las prácticas llevadas a cabo por las organizaciones piqueteras del tipo a) o b) sin descuidar el fenómeno particular de los trabajadores de Zanon. Sin embargo, a pesar de que la estela del Cutralcazo ha dejado su marca en los movimientos sociales, no podemos encasillar en un mismo formato a todos los actores y formas de protesta social analizados hasta aquí ya que los mismos reconocen antecedentes y estímulos diferentes. Así la llamada pueblada de Cutral Có está relacionada en sus motivaciones con el pasado reciente, especialmente respecto al imaginario en torno al papel del Estado y al propio mercado laboral. Sin duda esta nueva forma que asume la conflictividad social y laboral en el caso de la comarca petrolera tenga mucho que ver con este pasado perdido y que muchos creen necesario recuperar, especialmente en cuanto al pleno empleo y a la seguridad social. Sus reclamos tienen que ver ahora con volver a ocuparse, con convertirse nuevamente en asalariados sin importar las condiciones de explotación a las que pueden estar sujetos. A diferencia de lo que sucede con algunos de los otros grupos aquí analizados sus expresiones de lucha no se articulan sobre un cuestionamiento al sistema, sino por el contrario sus protestas plantean como objetivo inmediato ser incluidos en ese mismo sistema. Las restantes formas de protesta sí están influenciadas mucho más por el escenario presente aunque también existen marcadas diferencias entre sí. Ya que mientras las acciones llevadas adelante por los trabajadores de la empresa Zanon, implican una postura que no sólo plantea el resguardo de la fuente de trabajo y una lucha contra la desocupación, sino que van más allá. estudios sociales 25 [segundo semestre 2003] 187 Pretenden en última instancia, el reemplazo de los empresarios en la conducción de la empresa, por los trabajadores, cuya configuración final se mantiene incierta. En cambio, los desocupados nucleados en el movimiento Barrios de Pie, se asemejan más con sus actitudes a los emprendedores privados cooperativos, buscando articularse en el mercado como colectivos privados, aunque manteniendo todavía una base de acción solidaria. Finalmente nos queda la actuación de aquellos grupos que tienen su articulación con el propio gobierno. Es el caso que analizamos de zapallito Molina y sus acólitos que también son desocupados pero sus planteos tienen otra direccionalidad y apuntan a otros intereses. Como hemos visto si bien utilizan una forma de protesta típica de los dominados en realidad sirven a los intereses de los sectores dominantes. Bibliografía Auyero, Javier (2002): «La vida en un piquete. Biografía y protesta en el sur argentino», en: Apuntes de Investigación, Nº 8, Buenos Aires, CECYP, junio. Bonifacio, José Luis, Mases, Enrique, Taranda, Demetrio (2002): Entrevista realizada a dirigentes del MTD del barrio San Lorenzo Norte de la ciudad de Neuquén, Provincia homónima; 06/12/02. Castel, Robert (1997): Las metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del salariado, Buenos Aires, Paidós. Di Tella, Torcuato (2001): «Las protestas no vienen de la política, pero no son inorgánicas», Reportaje del diario Río Negro, 24/06. Favaro, Orietta (1999): Neuquén. La construcción de un orden estatal, Neuquén, CEHEPYC. GÜNES-AYATA, AYSE (1994): «Clientelismo: premoderno, moderno, posmoderno» en: Javier Auyero (comp.), ¿Favores por votos? 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